Por Equipo de Redacción
Publicado en 4 de marzo de 2022
Posiblemente a estas alturas la empresa ya tenga alguna idea general del tema, por ejemplo, entiende que mirar los recursos renovables es una buena idea, pero ¿cómo decidir qué se debe hacer exactamente y la mejor manera de hacerlo?
En resumen, incorporarse o mejorar la economía baja en carbono implica cinco pasos: 1. realizar un inventario de emisiones de gases de efecto invernadero, 2. mapear los mayores contribuyentes al balance de emisiones, 3. desarrollar una estrategia, a partir del ranking de contribución de emisiones e implementación factibilidad, 4. implementación de la estrategia y, finalmente, 5. seguimiento.
Comprendamos mejor cada uno de estos 5 pasos hacia la economía baja en carbono:
La primera medida es un trabajo minucioso de contabilidad de las emisiones de gases de efecto invernadero de cada actividad realizada dentro de los límites preestablecidos de una Organización.
En este inventario contabilizamos las emisiones directas, provenientes de fuentes de combustión móviles y estacionarias, las emisiones fugitivas y las emisiones de los gases producidos por sus relaves. El inventario también permite contabilizar las emisiones indirectas del consumo de energía utilizada para la realización de las actividades, así como las emisiones indirectas de toda la cadena de valor, es decir, fuera del límite físico de la organización.
Teniendo en cuenta que este cálculo incluye todos los gases de efecto invernadero (GEI), como el gas metano resultante de la descomposición de la materia orgánica y los gases de refrigeración, por ejemplo, además del conocido dióxido de carbono.
Después de contabilizar los gases, la empresa tendrá a mano toda su tabla de emisiones, denominada balance de GEI.
Más que contabilizar las emisiones, de manera práctica, el inventario de GEI brinda información fundamental para priorizar actividades y desarrollar estrategias más eficientes para la inserción de la empresa en la economía baja en carbono.
Con la balanza en la mano, el siguiente paso es analizar e identificar cuáles son las fuentes de mayor emisión.
Las fuentes de emisión varían según el segmento de actividad de cada unidad de negocio inventariada, cambiando los valores de los gases contabilizados dentro de las categorías del inventario y consecuentemente la contribución de la huella de carbono de una empresa al calentamiento global.
Para la logística y el transporte, suele expresar altos valores de emisión en la categoría de combustión móvil, debido a la quema de combustible fósil en sus modos, ya sea por carretera (camiones, furgonetas, otros) o por ferrocarril e incluso por vías navegables.
Las emisiones inherentes al uso de la energía se encuentran entre una de las categorías más relevantes en muchos sectores industriales, ya que están directamente relacionadas con la producción y fabricación de materias primas y productos terminados.
El factor de emisión para cada fuente de energía se calcula de acuerdo con el proceso del proveedor de energía, a menudo empresas de servicios públicos.
Una vez identificados los puntos de mayor emisión, es el momento de idear una estrategia para atacarlos.
Las iniciativas pueden ser directas o de alta complejidad, dependiendo de las particularidades de cada negocio, las tecnologías disponibles en el mercado y el compromiso con la mitigación del cambio climático.
Las estrategias directas pueden ser:
Estrategias complejas:
Son estrategias cuyas transformaciones sostenibles van más allá de los límites de la Organización inventariadora.
En el campo de la agroindustria, a su vez, el uso de técnicas regenerativas y un mejor manejo del suelo son fundamentales para secuestrar carbono y mitigar sus emisiones. Para tener una idea, en la ganadería, por ejemplo, adoptar la rotación en el uso de las tierras destinadas a pastos trae resultados significativos en la reducción de emisiones de GEI. O incluso el uso de vegetación para alimentar al ganado que tiene el mayor potencial para retener carbono del aire. A veces, acciones simples y no obvias generan resultados impactantes.
En esta fase de elaboración de la estrategia se tienen en cuenta otras variables además del nivel de emisiones de gases: la viabilidad del negocio y las posibilidades de subvenciones y retorno económico.
A menudo, la implementación de un proceso con menos emisiones está prohibida debido a la inviabilidad financiera. Diseñar un programa que involucre a la sociedad y traiga beneficios ambientales permite la certificación de un proyecto que genera unidades de carbono comerciables. Esta moneda puede traer recursos financieros que viabilicen tal transformación sostenible.
La fase de implementación de la estrategia es cuando el plan se pone en práctica. El éxito de esta fase depende necesariamente de un plan estratégico bien diseñado.
Puede tener diferentes cronogramas, ya que algunas acciones pueden implementarse en semanas, mientras que otras toman más tiempo o incluso son cambios a largo plazo.
En la fase de implementación, el seguimiento por parte de especialistas debe hacerse de cerca, ya que en ocasiones implica un cambio en la cultura organizacional, así como un período de adaptación y aprendizaje.
El monitoreo es, de hecho, una parte central de la implementación exitosa de una política baja en carbono.
Mediante el seguimiento de indicadores, es posible verificar lo que realmente está sucediendo, si las acciones están siendo efectivas, si se están logrando las metas y qué se necesita cambiar, mejorar o incluso qué tiene el potencial de intensificarse.
Con evaluación y seguimiento constante, es posible medir y presentar los resultados para obtener beneficios materiales y económicos de una propuesta baja en carbono.
Ambipar cuenta con la experiencia necesaria para acompañar a su empresa en los 5 pasos de esta estrategia para ingresar a la economía baja en carbono. Confiamos en expertos para garantizar que cada paso se estructure de manera eficiente.