IstoÉ Dinheiro. Foto: Pedro Ladeira / Folhapress
En vísperas del Día del Medio Ambiente, el gobierno sufre una serie de derrotas en la agenda que podría convertir a Brasil en un protagonista global de la economía verde. Con ministerios debilitados, derechos indígenas restringidos y la pérdida de control sobre la gestión de los recursos hídricos, el país corre el riesgo de mantener ante los ojos del mundo la imagen de un villano del clima.
En Brasil, la Política Nacional de Residuos Sólidos ha traído avances en la estructuración de la economía circular y el compromiso del sector en la agenda.
La Política Nacional de Residuos Sólidos (PNRS) es una prueba de que cuando el Ejecutivo y el Legislativo quieren, pueden lograr consenso. Establecida en agosto de 2010, esta política ha introducido una serie de innovaciones en la gestión y manejo de lo que antes se consideraba basura. Según Guilherme Brammer, jefe de Economía Circular de Ambipar, la legislación ha permitido avances considerables.
«Hemos avanzado en la logística inversa y hemos involucrado a las empresas en acuerdos sectoriales sólidos», afirmó. Uno de los ejemplos más destacados es el de las latas de aluminio. Según datos de Recicla Latas, con el apoyo de la Asociación Brasileña de Fabricantes de Latas de Aluminio (Abralatas), el año pasado los recicladores procesaron 390,2 mil toneladas de chatarra de latas, equivalente a los 31,85 mil millones de unidades vendidas por los fabricantes de latas en 2022. Un aprovechamiento del 100%.
Sin embargo, los problemas en Brasil aún son significativos. Según datos de la International Solid Waste Association (ISWA), solo el 4% de los materiales reciclados se procesan en el país. Uno de los grandes obstáculos para Brammer de Ambipar es el tratamiento tributario dado a los materiales reciclados, que es el mismo que se aplica a los materiales vírgenes. Otro obstáculo es la falta de infraestructura. «Pocas ciudades brasileñas tienen recolección selectiva, lo que dificulta mucho la implementación completa de la PNRS», afirmó.
Algunas regiones y empresas han solventado esta falta de autoridad pública mediante inversiones en cooperativas de recolectores y recicladores. «Representan el 90% de la recolección de residuos en el país». Y a pesar del progreso en la organización de la economía circular, hay otros dos actores que desafían la gestión de residuos. El primero es la industria. «Mientras los ejecutivos sean presionados y recompensados por los resultados de una economía lineal, será muy difícil escalar la reciclaje», dijo Brammer. El otro es el consumidor.
«Necesitamos que la agenda ambiental se incluya en el currículo escolar de los niños. Solo a través de la educación lograremos la transformación necesaria».