Por Equipe de Redação
Publicado en 24 de julio de 2023
Foto Ecosolo: «Es un material que ayuda al suelo a retener la humedad y mejora la biodiversidad», afirmó Rafael Tello, director de sostenibilidad del Grupo Ambipar (Ambipar/Divulgação).
Ecosolo, biocápsulas y reciclaje de vidrio son algunos de los aspectos más destacados de la actuación en economía circular respaldados por la compañía durante el año pasado.
Brasil produjo casi 82 millones de toneladas de residuos en 2022, según datos de la Asociación Brasileña de Empresas de Limpieza Pública y Residuos Especiales (Abrelpe). De esta cantidad, solo se recicló el 4%, un desperdicio considerando que gran parte de lo que se desecha podría regresar a la cadena de producción como materia prima. Esto es lo que defiende el concepto de economía circular, un modelo productivo que está creciendo entre las empresas brasileñas.
La economía circular va más allá del reciclaje. «La idea de regenerar la naturaleza va más allá de preservar y conservar. Se trata realmente de potenciar los aspectos positivos», afirma Rafael Tello, director de sostenibilidad del Grupo Ambipar, una empresa de servicios ambientales que valora los residuos como una de sus áreas, es decir, transforma lo que sería basura en productos para la industria. Además de ser una de las áreas de negocio de la empresa, este trabajo evitó enviar a los vertederos un volumen de residuos equivalente a lo que produciría una ciudad del tamaño de Brasilia, según el Censo de 2022 del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
Sin embargo, el desarrollo de la economía circular depende de la creación de materias primas a partir de los residuos, lo que no es precisamente fácil. Según Tello, este es el gran desafío para la industria. «La regeneración está vinculada a nuestro objetivo a largo plazo, porque somos una empresa muy preocupada por el desarrollo de tecnología e innovación», afirma el ejecutivo. Uno de los objetivos corporativos de Ambipar es convertirse, para 2030, en un líder consistente en la transición hacia una economía circular y de bajo carbono.
Durante los últimos 12 años, la empresa ha contado con un laboratorio ubicado en Nova Odessa, en el interior de São Paulo, responsable de captar las demandas de la industria, investigar posibles acciones e iniciativas e incorporarlas a su operación. En gran medida, el trabajo del laboratorio, que cuenta con unas 10 personas centradas en estos estudios multidisciplinarios, está guiado por la Política Nacional de Residuos Sólidos, que establece medidas para la gestión de residuos en el país, como la recolección selectiva, el reciclaje y la reutilización de materiales.
La ley, aprobada en 2010, impone una serie de obligaciones a las empresas con respecto a los residuos que generan. Con base en estas demandas legales, Ambipar desarrolló su unidad de economía circular, centrada en seis materiales: caucho, metal, papel, plástico, cartón y vidrio.
Uno de los proyectos exitosos del laboratorio es Ecosolo, un fertilizante orgánico hecho a partir de residuos de las industrias farmacéuticas y de pulpa y papel. Este material, desarrollado en colaboración con Klabin, ayuda a secuestrar carbono en el suelo y tiene la certificación IBD, que audita y evalúa productos orgánicos en América Latina. «Es un material que ayuda al suelo a retener la humedad y mejora la biodiversidad. De hecho, estamos estudiando la posibilidad de aumentar la captura de carbono por las raíces de las plantas, lo que también podría contribuir a la cuestión del cambio climático», dice Tello. «Lo que antes era el residuo de una industria se ha convertido en un producto».
Los residuos de la industria farmacéutica también dieron origen a las llamadas biocápsulas, otro producto de Ambipar destinado a la agricultura. Las cápsulas se utilizan para la reforestación y aumentan las posibilidades de germinación de las semillas, que son suministradas por una cooperativa indígena, Caik. Actualmente, el laboratorio tiene colaboraciones con otras empresas como Dow y Scania para el desarrollo de nuevas soluciones.
Ambipar, que experimentó un aumento del 18% en Brasil entre 2021 y 2022, ahora está trabajando en un nuevo frente, el reciclaje de vidrio, mediante la reutilización de botellas reintroducidas en la cadena a través de un proceso de esterilización que permite hasta 20 reutilizaciones, así como fragmentos de vidrio adquiridos de las industrias de la construcción y alimentaria. Los fragmentos se procesan y se reintegran en la cadena de producción como materia prima para la fabricación de otras botellas. El año pasado, solo en el estado de São Paulo se recolectaron 10 millones de botellas de vidrio y 5,000 toneladas de fragmentos de vidrio al mes.
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